Era la temida hora del gin tonic, esa a la que se aconseja dejar de usar la cámara y relajarse a disfrutar de la luz y del paisaje con una copa en la mano hasta que sea noche cerrada.
Pero ahí me pilló y desafié la recomendación, por algo no soy purista de la técnica y sigo prefiriendo captar los momentos.
Málaga despidiendo el día desde el Muelle 1, cuando afloja el calor y las calles se llenan de más vida si cabe.
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