Me pareció que no era mala idea y me dio por pensar que esa hora extraña de transición suele ser un buen momento para una pausa, contar una historia o reir una gracia. Me acordé de las excursiones andinas del verano pasado, cuando volvíamos de viaje precisamente a esa hora ambigua y, mientras el paisaje se difuminaba, intentábamos rimar un trabalenguas a base de esas sonoras palabras hasta entonces desconocidas. En algún momento el guía se unió a las risas. Parecía divertirle nuestra causa, y como si se pasara la vida rimando, nos dio el inicio: "Chicho chupa chicha, venga, ahora os toca seguir a vosotras".
Mientras me reía imaginando una viñeta de diario en la que Ibáñez Serrador, mi único Chicho conocido, con la barba de siempre y los ojos desorbitados, trataba de aspirar con todas sus fuerzas por una cachimba renqueante, me di cuenta de que aquel chico no podía conocer a Chicho (y si lo conocía es que "Un, dos, tres" había llegado inusitadamente lejos) e hice algunas preguntas de verificación:
- Oye, una chicha es una pipa de agua ¿no?
- Nooooo, la chicha es por aquí un licor de maíz
- Ahhhh vale, pero...¿chupar sí que es chupar, verdad?
- Nooooo, nosostros chupar le decimos a beber
- Este...pero entonces...Chicho...¿quién es?
- Eso te lo explico en otro momento...
No me lo acabo de creer, ¿me estará tomando el pelo? Probablemente. No importa, pensé. Mentalmente le cambié a Chicho la cachimba por una mazorca con dosificador, lo mandé a saltar por las montañas y me seguí partiendo de risa al tiempo que el gin tonic, o su hora, tocaba a su fin.
*Nota: el trabalenguas fue completado, tras muchos intentos, esa misma noche en la habitación de un hostal.
Entonces que seria CHICHA CHUPA CHICHO??
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