lunes, 13 de julio de 2015

Ecosistema playero (III) - Por la tarde


De 18 a 20h: Los soñadores despiertos
Les gusta la tranquilidad de la playa en las últimas horas de sol. Les gusta el sonido de las olas cuando rompen en la orilla y el de la arena que arrastran, las huellas que ha dejado lo que sería un pelícano en miniatura, el olor a salitre, recoger conchas de recuerdo y fijarse hasta dónde subió el agua durante la marea alta. ¡Ah! Y las tonalidades del cielo en las puestas de sol. Sacan siempre un libro a pasear.
A partir de las 20h: Los pescadores solitarios y los cazatesoros
Los primeros pescadores llegan cuando ya la luz es tenue y no quedan bañistas. Tranquilamente van preparando los anzuelos, los hilos, el cebo y las cañas. Y las lanzan al mar. Se sientan a esperar, siempre de cara al horizonte. A veces toman una cerveza, comen algo. A ratos, hablan con otros pescadores.

A sus espaldas surgen personas que solo tienen ojos para la arena. Los cazatesoros son los primeros en removerla pero su objetivo de limpieza no es el habitual. Con grandes auriculares y armados con un extraño aparato parecido a un palo selfie (más largo y acabado con una rueda de volante metálica), el chisme detecta los objetos metálicos que hubieran quedado perdidos o sepultados, en definitiva olvidados. Metódicamente, peinan cada centímetro de arena mientras el detector ausculta el suelo sin tocarlo, versión actual del jefe de una tribu india en una peli de Hollywood (sin su magia). Se quedan hasta que se cansan, se acaban la playa o recogen objetos suficientes -nunca lo he llegado a averiguar-.

Desde el paseo, que a esta hora es el centro de actividad social, muchos les observan y se preguntan lo mismo que yo.


Si quieres saber qué otros habitantes tiene la playa, lee las entradas anteriores de Ecosistema playero: (I) - Por la mañana y (II) - A mediodía  

lunes, 6 de julio de 2015

Ecosistema playero (II) - A mediodía

Este post es continuación del anterior, si quieres conocer a los habitantes de la mañana léelo en Ecosistema playero (I)


De 12h a 14h: Los noctámbulos y resacosos
Llevan gafas de sol. Ocupan quedamente la tercera o cuarta línea de mar. Lucen los mejores cuerpos y los bañadores y bikinis más actuales. Llevan tatuajes aquí y allá y algún que otro piercing ombilical. Comentan las hazañas y anécdotas de la noche anterior. Llevan gafas de sol (no, no es que me repita, es que ahora se las han cambiado). Antes de llegar al tostadero han pasado por un bar a tomarse un café. Seguramente después visiten el chiringuito, tras uno o dos baños marinos que les habrán despejado la modorra y estarán listos para disfrutar de unas cervezas.

De 14h a 16h: Los inconscientes
Se alegraron cuando por fin la radio se marchó con la retransmisión a preparar la paella familiar, y cuando el movidito vecinito de la izquierda accedió a calzarse tras innumerables amenazas de sus padres entre las que la palabra Wii tuvo un efecto mágico. Contentos de quedarse casi solos en la playa, la alegría dura lo que tarda un cubito en derretirse y pronto empiezan a entender por qué todos se han ido a comer, ver la tele y sestear a sus casas: este calor es insoportable. Así, toda la familia se arremolina en torno al palo de la sombrilla. Menos mal que la cerveza y la sandía están fresquitas. Si son extranjeros (entiéndase del Norte de Europa), se pasarán las 2 horas dentro del agua o buscarán refugio a la sombra del pino más cercano.




De 16h a 18h: Las Adoradoras del Sol
Les gusta estar morenas. Vuelven a bajar a la playa después de comer y estiran sus toallas o pareos en la dirección del sol, paralelamente al mar. Suelen usar crema bronceadora. Duermen un rato tumbadas en esa posición, antes o después de un baño.



Todavía hay algunos personajes más en este ecosistema, los podrás descubrir en el próximo post Ecosistema playero (III) - Por la tarde


miércoles, 1 de julio de 2015

Ecosistema playero (I) - Por la mañana

En las últimas semanas he tenido la suerte de disfrutar la playa en diferentes momentos del día, ofreciéndome varias postales pobladas por personajes que, casi arquetípicos, vendrían a reproducirse en la costa de todo el país.

De 8h a 10h: Los deportistas, solitarias y reservadores de espacio


Los deportistas llegan los primeros. La playa es para ellos. Dejan todas sus cosas en una montañita cerca de la orilla y se meten en el mar sin pestañear. A esa hora el agua suele estar tranquila y fría. Nadan hasta las boyas más lejanas dando brazadas con estilo. Cuando vuelven a acercarse a la orilla en su camino de vuelta, ya se han ido plantando en la arena las primeras toallas individuales, a prudente distancia unas de otras para preservar la tranquilidad, intimidad y anonimato. Son las mujeres solitarias por elección o por situación (vital). No se quedan mucho rato, cuando el calor -y las aglomeraciones- empiezan a apretar, inician el camino de vuelta a casa.

Al poco llegan los reservadores de grandes espacios. Acostumbran a ser los abuelos de la familia. Con dedicación y la seguridad de la experiencia, estos hombres tranquilos plantan sombrillas, despliegan sillas (a su sombra) y extienden toallas (a su sol). Se sientan en una de las sillas a  esperar, oteando taciturnos el paisaje o leyendo la prensa del día. La bolsa de las cremas, ni tocarla.

De 10h a 12h: Las familias (en el sentido amplio del término)

Un rato después aparece su mujer. Antes de llegar a su espacio reservado ya ha saludado a todos los vecinos que ha encontrado en el camino, y recabado las novedades. Conocedora de la vida de cada bañista, ejerce de radio local y retransmite sin descanso los detalles de este y de aquella a lo largo de toda la mañana, hasta que se vuelva a calzar las zapatillas de goma para volver a casa a preparar la paella familiar. En momentos puntuales hace una pausa para dar consejos o recetas de cocina veraniega.

Con ella llega su hija con los nietos, con cara de haber dormido poco y cargando una bolsa que precisaría ruedas todoterreno (¿me estará leyendo Decathlon?) para transportar toda suerte de enseres que sus pequeños pudieran o pudiesen necesitar en esas horas de playa (pañales, chupetes, manguitos, flotadores, crema protectora, bastoncitos de pan... ... ... y, sobre todo, mucha agua). Algo rezagado, las acompaña el padre de las criaturas, el encargado de transportar el cochecito -si hay bebés- y la juguetería (cubos, palas, rastrillos, estrellas y peces en molde, pelotas y colchoneta hinchable -junto con su inflador de fuelle accionado a pie-). Se divierte tanto o más que los niños pasando de un juego a otro, menos cuando le toca ser enterrado en la arena.

La orilla se llena de movimiento, carreras, gritos, chapuzones, de risas y de arquitectas e ingenieros de la arena mojada. A eso de las 11:30h todos a una plantarían el cartel de 



"aquí ya no cabe nadie más, oiga"

Pero como la playa es de todos, entre las 12 y las 12:30 aparecen silenciosos

Los noctámbulos y resacosos

Os contaré su historia en el próximo post
Ecosistema playero (II) - A mediodía.
Mientras tanto me podéis decir qué os ha parecido este en un comentario aquí abajo.