... pasea silenciosa por calles desconocidas cuando algo llama su atención y alza la vista. Por un balcón abierto se escapa música de otras latitudes. Lejana, deja intuir otras vidas de ritmo más pausado. El interior respira calma, solo unos pies desnudos repiquetean sobre el suelo al salir de un cuarto en el que, entre un remolino de sábanas blancas, descansa alargado un hombre de piel oscura y rizos interminables. Tiene los ojos cerrados y su boca dibuja una sonrisa relajada. El sueño le ha transportado a playas de la infancia, arena cálida y olas transparentes que le regalan conchas.
En la calle se oye un petardo, luego otro. Solo el tercero le despierta. La música ha cesado y se oye correr el agua sobre un cuerpo. La brisa ha entornado las ventanas y de la calle ascienden retazos de conversaciones ajenas...mi hija prefiere la coca de llardons...¿tú dónde pasas la verbena?...¿ya no se hacen hogueras?
El negro sonríe y murmura, todavía somnoliento: 'ha llegado el verano'.
Sigue en esa línea...hay talento. Juan Carlos
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