Tenía que esperar por un tiempo impreciso que ojalá no superara los 15 minutos, que en una estación final de trayecto de cercanías situada a las afueras de la población más cercana pueden convertirse en una eternidad de aburrimiento.
A golpe de vista solo había un bar languideciente, un par de guiris extraviados esperando un bus que les llevara a otro lugar (al que finalmente llegarían en coche gracias a un amable ofrecimiento), un banco para sentar la espera y un aparcamiento no asfaltado al lado de lo que en otra época debía de haber sido utilizado como circuito infantil de karts o algo parecido.
Antes de convertirme en estatua de sal sentadita en el banco me di una vuelta por el aparcamiento y vi un espacio donde crecían estas flores violetas. Sin nada mejor que hacer, pensé que era un buen momento para probar el modo macro de la cámara del teléfono.
Bonitas flores para un lugar donde no pasa nada (o eso parece). Os dejo el resultado.
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